BULLYING O ACOSO ESCOLAR
Ayuda psicológica niños y adolescentes
¿Tu hijo o hija, o tú mismo sufres de bullying?
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Bullying: causas, consecuencias y diferentes tipos
¿Qué es el bullying o acoso escolar?
El bylling o acoso escolar es un comportamiento agresivo e indeseado entre niños de edad escolar, que se caracteriza por una diferencia real o percibida de imbalance de poder. Este comportamiento puede ser repetitivo o bien ocurrir una sola vez pero de forma contundente (subir un video humillante a Internet). Si bien el acoso escolar tiende a ser físico y fácil de reconocer, también puede darse de forma encubierta y silenciosa, a través de rumores o mediante el Internet o celulares, causando igual de daño emocional.
El bullying o acoso escolar parece estar cada más extendido, quizás por la aparición del ciber-bullying en los últimos años. Los efectos en las víctimas varían de la disminución de la autoestima, la baja del desempeño escolar, la depresión, el abandono escolar, a las ideas e incluso actos suicidas. Su prevalencia como su gravedad constituyen un problema de las sociedades que exige la movilización de diversos actores no solo para la intervención, también para la prevención.
Es importante en un inicio diferenciar el bullying de los conflictos normales o pleitos corrientes entre los menores. En el bullying, no se trata de una agresividad dirigida a obtener algo, sino una forma repetida de violencia que tiene como objetivo rebajar al otro, frecuentemente sin ninguna ganancia secundaria aparente. El agresor tiene necesidad de afirmar su posición de superioridad en colocar al otro en una posición de inferioridad. Aquí no solo están la víctima y el verdugo. Están los terceros, los testigos directos o virtuales del daño infligido al otro. El rol de los testigos no es banal: el intimidador busca un público que, aunque silencioso y pasivo, lo reconozca como el más fuerte y contribuye así a mantener su estado de superioridad. Por su parte, la humillación de la víctima aumenta más todavía por los observadores de su impotencia para defenderse.
¿Qué consecuencias tiene el bullying?
El bullying puede afectar la salud física de la víctima, con efectos inmediatos como daño físico, pero también efectos a largo plazo, como dolores de cabeza, trastornos de sueño o somatización. Los síntomas relacionados con el estrés o la ansiedad ocasionados por el bullying incluyen:
- trastornos del sueño,
- problemas gastrointestinales,
- dolores de cabeza,
- palpitaciones,
- dolor crónico,
- sensación de cansancio para hacer cosas.
- sentimientos de soledad,
- miedos
- pérdida de autoestima
- poca confianza en sí mismo/a y en los otros
- síntomas somáticos
- ansiedad
- depresión
- infelicidad en general
- reacciones agresivas
- intentos y actos de suicidio.
Signos y síntomas: ¿cómo sé si mi hijo sufre de bullying?
Los niños o jóvenes pueden presentar alguno de los siguientes síntomas:
- Regresar a casa de la escuela con la ropa desgarrada o desarreglada, o con los libros maltratados.
- Presentar moretones, cortadas o rasguños sin que pueda dar fácilmente una explicación de qué le ocurrió.
- Tener miedo o renuencia a ir a la escuela en la mañana, quejándose de dolores de cabeza o de estómago frecuentemente.
- Elegir rutas inusuales para ir a la escuela o regresar a casa.
- Presentar sueños angustiosos o gritos durante el sueño.
- Perder interés en las tareas de la escuela, y obtener bajas calificaciones.
- Presentar tristeza o depresión, cambios de humor repentinos, irritabilidad y carácter explosivo repentino o ansiedad frecuente.
- Pedir dinero o incluso hurtar dinero de familiares para cumplir con solicitudes del bully.
- Se percibe aislado socialmente con muy pocos amigos.
- Ser excluido de fiestas o reuniones de la clase, y tampoco ser invitado a organizar las fiestas o reuniones.
Tipos de bullying o acoso escolar:
Acoso físico:
Incluye dañar el cuerpo de la persona o a sus pertenencias, se refiere al uso de la intimidación física, amenazas, acoso y acciones dañinas.
◦ Patear, golpear
◦ Escupir
◦ Empujar
◦ Tomar o romper las pertenencias
◦ Hacer gestos ofensivos
◦ Hacer fintas de violencia, como levantar puño o lanzar objetos cerca de la persona
Ejemplos: ataques físicos, fintas de violencia (como levantar el puño o lanzar objetos cerca de la víctima de bullying),
Acoso verbal:
Consiste en decir o escribir cosas ofensivas, en juicios constantes y negativos, que pueden tener connotaciones racistas, sexistas, homofóbicas.
Algunos ejemplos del bullying verbal son:
◦ Burlarse
◦ Llamar por apodos
◦ Comentarios sexuales inapropiados
◦ Provocar hostilmente
◦ Amenazar con causar daño
◦ Insultar
Bullying social o acoso relacional:
Se refiere al daño que se realiza a la reputación o a las relaciones de una persona.
Algunos ejemplos del bullying social son:
◦ Excluir o aislar a una persona a propósito
◦ Pedirle a otros compañeros que no sean amigos de alguien
◦ Difundir rumores de alguien
◦ Avergonzar a alguien en público
Bullying pasivo-agresivo:
Es la forma menos mencionada de bullying, pero de cierta forma es la más insidiosa y peligrosa. Usualmente, el acosador tradicional es anticipado por los demás, porque es directo a la hora de hacer sus intimidaciones y su presencia es conocida. Un bully pasivo-agresivo, en cambio, actúa apropiadamente en la superficie, pero por debajo, a escondidas, ataca subrepticiamente.
Bullying cebenético:
Es el empleo de la tecnología para acosar, amenazar, avergonzar, difamar o violentar a un joven. Puede realizarse a través de redes sociales, mensajes de texto, subir videos a Youtube, por correo electrónico, discusiones en línea y otras formas digitales, como el robo de identidad.
¿Cuáles son las causas del bullying?
En la raíz de los comportamientos del bullying está la creencia ilusoria, pero ampliamente repartida incluso en adultos, de que la rivalidad tiene que ver con que el otro tiene que ser inferior para que yo pueda tener éxito o pueda surgir.
Las conductas de bullying están arraigadas en el tejido de nuestra cultura, lo que permite que los niños puedan aprenderlo desde una temprana edad. Generalmente, la intolerancia y la discriminación dan lugar al acoso escolar o bullying, en lugares en los que los niños son confrontados con diferencias sociales o raciales entre ellos tiende a ser más marcados los comportamientos de acoso. Y cuando estas diferencias disminuyen entre ellos, tienden a referirse a otras características como generar el antagonismo. Factores como la agilidad física, la inteligencia, la apariencia, la popularidad, los hábitos se convierten rápidamente en razones para diferenciar a un grupo de otro *(separar a los que tienen de los que no tienen, de modo que sea fácil para ciertos niños llamar la atención de estas diferencias y acentuarlas mediante la burla y el acoso de los que juzgan en desventaja.
¿Por qué los observadores se callan?
No todas las personas que observan el acoso son violentos, ni carentes de empatía. Si ellos fueran al rescate de la víctima, podrían temer ser la próxima víctima. De manera más sutil, correrían el riesgo de ser identificados como el más débil. Ahora bien, la identificación, por más parcial que sea, a la debilidad de uno a otro más débil es amenazante incluso en la edad adulta, es decir incluso cuando la identidad ya está desarrollada. Esto lo es todavía más para los jóvenes, que todavía no han desarrollado su identidad. Cada uno sabe efectivamente que hay en el interior de sí mismo debilidades y fortalezas, poder e impotencia. La alianza tácita con el abuso de fuerza y de poder podría ser la actitud escogida como para jugar a poner en el exterior de sí y a distancia de sus propias debilidades e impotencias. Si me burlo del otro, si acompaño a quien lo hace, eso confirma ante los demás (y a uno mismo) que yo no soy así.
El ejemplo más sorprendente de una dinámica como esta, es la de un joven que se hace tratar de « tapete ». En la adolescencia, la duda sobre su propia identidad sexual es muy extendida. Si el otro es tratado de « tapete », yo no lo defendería, por el riesgo de ser insultado por mi cuenta. Además, si me uno a quienes se ríen de él, confirmo que yo no soy igual.
La soledad es el factor más importante que mantiene al joven y a sus padres en una situación de impotencia. Es necesario formar y mantener una red para poner fin a situaciones aisladas y para prevenirlas. Los jóvenes tienen necesidad de ser sensibilizados a los diversos roles que estas situaciones pueden incitarles a jugar, muchas veces a pesar de ellos, al sufrimiento que pueden infligir, a la mediocridad de una valoración así obtenida, al poder y a la responsabilidad de cada uno incluso cuando no está directamente implicado. Sobre todo, deben entender que la intimidación no es un juego y que necesariamente no hay ganadores. Los padres, los profesores, educadores y otros adultos susceptibles de ser observadores o actores de esta cadena de comportamientos se beneficiarían de un mejor conocimiento del fenómeno y de los recursos que están a su disposición para actuar eficazmente, en conjunto.
Entendimiento: la psicología del bullying
El bullying tiene que ver con un fenómeno social que se caracteriza por una forma particular de entender el poder y las relaciones de poder. En la base de toda acción de bullying se encuentra la convicción de que es a través de humillar a otro, de sobajarlo, que se consigue una posición segura, de poder; y la protección que busca quien ejerce el bullying es precisamente del peligro de ser excluido por otro. Es claro que esta creencia está también presente en el mundo de los adultos, y adopta múltiples formas, a veces más sutiles, más sofisticadas, y en ocasiones igual de crudas (acoso laboral, por ejemplo).
No es casualidad que el bullying se presente de manera más marcada y cruda en la adolescencia, periodo en el cual precisamente los hijos viven en un esquema familiar jerárquico con el que ya no están de acuerdo, con el que tienden a rebelarse.
El bullying pertenece a una etapa de la vida, la adolescencia, que está caracterizada frecuentemente por un deseo del menor de romper con un esquema en el interior de la familia, un esquema que presenta marcadamente una jerarquía, una dominación por parte de los padres y una sumisión por parte de los hijos. Este esquema representa el « desarrollo natural » en el que nacen, crecen y se desarrollan todas las personas: cuando un hijo nace, los padres se convierten inmediatamente como pseudo-dioses para su hijo, en una relación de dependencia absoluta; y esta dependencia se traduce en los primeros años de vida (0-7 u 11 años) en una obediencia hacia los padres y una convicción de que son los padres son los que saben qué es mejor para ellos. Este es un proceso « natural », que sin embargo se ve interrumpido por la aparición de la adolescencia: que es la etapa en que los hijos tienen que conquistar su propio punto de vista de las cosas, su propio criterio, su identidad. No es que los padres dejen de repente de saber qué es lo mejor para su hijo adolescente, solo que simplemente no podrá ser así toda la vida: los hijos tienen que ser ellos mismos los que adquieran la seguridad y confianza suficiente de que saben qué es lo mejor para ellos, y tomar sus propias decisiones. Evidentemente es un proceso largo que se inaugura alrededor de los 11 años y culmina idealmente con la madurez.
Este sistema de jerarquía, en el que los padres dominan y los hijos obedecen, es un sistema temporal y artificial, pero necesario, en tanto que los niños necesitan de límites y reglas claras para desarrollar su seguridad y autoestima (ver sobre límites y disciplina). Es artificial o relativo porque solo existe en tanto que los padres son los educadores o tutores de sus hijos, los encargados de transmitirle a sus hijos la cultura y la educación. Y es temporal porque idealmente la educación va dirigida a potenciar los recursos de los hijos, es decir a permitir la madurez de los hijos, y su eventual emancipación (mis padres siguen sabiendo qué es bueno para mí, pero no en primer lugar).
Ahora bien, es conocido que muchos jóvenes al entrar en la adolescencia entran en conflicto con este sistema de jerarquía, y en ocasiones puede llevarlos por mal camino.
Hay muchas maneras de enfrentarse y resolver el conflicto de la adolescencia (en el que los menores se confrontan a la realidad de que no van a pasar toda su vida convencidos de que sus padres en primer lugar saben lo que es mejor para ellos): muchos jóvenes entran en etapas de rebelión, de no obedecer a los padres, de tener bajo desempeño escolar, pero también otros con introversión, retraimiento y la misma obediencia de siempre.
El fenómeno del acoso escolar puede entenderse como un síntoma de que no se está resolviendo adecuadamente el conflicto de la adolescencia. De forma general, las acciones y actitudes del adolescente bully reflejan como se siente con respecto a sus padres: dominados, débiles, impotentes y sobre todo humillados. Existen muchos caminos para resolver el problema de la adolescencia, pero todos estos caminos tienen que conducir a emanciparse de este sistema jerárquico. Pues si el adolescente no logra asimilar este reto, y pasa a ser adulto joven y quiere trasladar esta dinámica de relación a las relaciones entre adultos, terminará en una situación de querer y necesitar dominar a los demás para sentirse seguro consigo mismo; esto es, para no sentir que los demás están por encima de él y lo dominan. Al describir esta imagen vienen a la mente imágenes de situaciones similares de trabajo, por ejemplo, que no son raras de encontrarse. La realidad es que es frecuente encontrarse con adultos que lograron superar muy poco el reto de la adolescencia/madurez, y terminaron con inseguridades que estarán presentes en sus relaciones. Precisamente, cada vez es más frecuente escuchar del acoso laboral (mobbing), entre personas adultas.
Lograr superar el reto de la adolescencia, como lo hemos descrito, supone en primer lugar entender que la supuesta superioridad de sus padres no tiene la finalidad de hacerle sentir inferior (ni débil, ni humillado), sino de enseñarle y transmitirle todo el conocimiento y la cultura que serán de provecho en la vida adulta. No superarlo, supone desarrollar un modo de vida en el que se necesita hacer sentir inferior a los demás para sentirse seguro y evitar sentirse inferior frente a los demás.
Sigue leyendo: 15 consejos frente al bullying
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